Australia: El Gatito Cascabel

Ilustración por Yocaro
Melbourne, mayo 2013

En nuestra segunda semana en Melbourne fuimos a dejar al Max a la estación Laverton como 20 para las 5 de la tarde.

La estación queda a 40 minutos caminando desde la casa, y el Max quería enseñarnos el camino para que supiéramos cómo llegar solos, pero se nos olvidó un pequeño detalle: acá, en esta fecha, empieza a oscurecer a las 5 de la tarde, por lo tanto volveríamos a la casa de noche. Pero "¿Qué tan terrible puede ser? Es rico caminar de noche en un lugar donde no te asaltan, además, obvio que el camino está iluminado", así que dejamos al Max en la estación, hasta esperamos que tomara el tren, y nos volvimos caminando a la casa como a las 6 de la tarde. En ese momento conocimos una nueva característica de esta ciudad que no nos gustó tanto, y es que los senderos en algunos suburbios (como éste donde vivimos nosotros) no están diseñados para que la gente camine de noche. ¿Por qué? Simplemente porque la gente no camina de noche, así que no necesitan gastar en una buena iluminación nocturna en los suburbios, todos tienen auto y no andan caminando de noche como estos pobres chilenitos. Así que con nuestros súper celulares intentamos alumbrar el camino.

Había señales, como "el letrero azul", que el Max nos había dicho que recordáramos, pero ahora todos los letreros era negros, así que ya no nos servían las señales.

De ida habíamos pasado un puente y pensamos "el puente sí que debe estar iluminado" obvio, si es un puente, por abajo corre agua y si no está iluminado la gente que camina por ahí de noche se puede caer al agua y puede ser mordida por alguno de los tantos bichos venenosos que hay por estos lados, ¡Ah! Verdad que nadie camina de noche... El puente no estaba iluminado.

Bueno, en resumen caminamos a duras penas por la oscuridad de la noche, alumbrándonos con nuestros pobres celulares, pobres de iluminación y pobres porque no tenían plata para llamar a alguien que nos pudiera ir a buscar si nos perdíamos, pero íbamos bien, hasta que llegamos a un lugar tan oscuro que no sabíamos si estábamos entrando al terreno de una casa o seguíamos en el sendero (por si acaso acá las casas no tienen rejas), y ahí fue cuando empezamos a dudar, ¿Era por acá?, quizá nos pasamos, quizá tenemos que entrar por aquí, quizá tenemos que seguir, no sabíamos nada. A unos metros veíamos un animalito caminando por ahí, y a mí me dio miedo porque unos días antes en un parque habíamos ido de noche a ver a los possums (unos animalitos super tiernos que hay acá en Australia) y de repente aparecieron unos possums más pequeños, que no eran possums realmente, sino que eran ratones gigantes andando por ahí, ¡en un parque!, justo donde andábamos nosotros, y eran muchos, por todos lados, aparecian impredeciblemente y como yo les tengo fobia el Pipe me tuvo que llevar al auto con los ojos tapados, así que cuando vimos el animalito cerca, me asuste porque pensé que podía ser un ratón gigante y que por ahí andaban muchos más. El Pipe se acercó y al final no era un ratón, pero no sabíamos lo que era.

Seguimos caminando y llegamos a un lugar que parecía ser donde teníamos que entrar para llegar a la casa, pero no estábamos seguros, y estuvimos ahí unos minutos tratando de decidir si seguíamos o no. De repente nuevamente apareció el animalito y nos dimos cuenta que traía un sonido consigo, el sonido de un cascabel en su cuello ¡Era un gatito! Después de mi Bartolomeo, este es el gatito más lindo que he visto en mi vida, a la luz de la luna y los celulares se veía cafecito, tenía un pelaje largo y suave y lo mejor era su cascabel. Nos marcó, se auto-acarició la cabeza en nuestras piernas y nos sentimos tan contentos con su cariño que ¿cómo íbamos a seguir caminando?

Este gatito salvador llegó en el momento justo porque antes que él llegara habíamos decidido seguir caminando, pero gracias a él nos detuvimos, tuvimos más tiempo para pensar y decidimos entrar por ahí a la calle que da hacia la casa. Nos despedimos del gatito, él se quedó ahí acostado en el pasto y nosotros finalmente encontramos la casa.

Ilustración por Yocaro